lunes, 8 de septiembre de 2008

EL COMPROMISO DEL ACTUANTE

El actuante está ahí en medio de las presencias. Esta es la clave que vibra constantemente acompañando su operar.

Es presencia todo lo que rodea al actuante; todo lo que toca, lo que contempla, lo que degusta es, por así decir, espíritu. En otras palabras todo es para él una realidad distinta de él, una realidad que tiene su fundamento propio, que es autónoma, independiente, libre. El actuante no podría ser un artísta moderno o clásico... ni siquiera medieval. No llegaría nunca al dominio de los colores, a la maestría de las formas... La suya no es una voluntad de dominio, no es en esto que basa su técnica. Su técnica es más bien estar. El actuante se preocupa especialmente por estar. "Cómo estar con...?"  sería la pregunta que dirige la atención del actuante, la cual no se presenta con los rasgos de esta frase entre comillas, sino como una tensión que recorre sus células aún antes de ser enunciada. Incluso antes que el mismo actuante llegue a formular tal pregunta en un lenguaje interno ella ya vibra en él claramente y por ello para formular su pregunta el actuante no tiene necesidad de acudir al lenguaje: el preguntar mismo (lingüistico) tiene su raíz en esta tensión hacia lo otro y la claridad, en realidad, precede la enunciación ya que nace de la calidad del estar con lo otro. 

El compromiso del actuante no es entonces con su obra, si no con las presencias que lo van encontrando, con esa alteridad que hay por doquier. El actuante redescubre la raiz ética que se cela en lo más profundo de cualquier practica artística y que el compromiso con la obra - la voluntad de dominar los materiale - oculta: precisamente el arte de relacionarse con la alteridad.


Creative Commons License

Esta obra está bajo una
licencia de Creative Commons
.

viernes, 5 de septiembre de 2008

DEL ACTUANTE

Sin tener la pretensión que sea verdadera, comencemos con la hipótesis que para generar transformaciones en la realidad, sea necesario (o simplemente posible) cambiar el modo en que representamos la realidad misma. El pensamiento, entonces, tendría que ser completamente libre, para que cualquier realidad nueva pueda ser pensada. El pensamiento, sin embargo, suele encadenarse a ciertas gramáticas, a ciertos lenguajes. A esas formas simbólicas que están por ahí al rededor de nuestros cuerpos. Formas que hemos esculpido a través de vibraciones de nuestras voces, de nuestras huellas sobre las superficies, de nuestros tipos para fijar la tinta, de nuestras cajitas de plástico con pantalla de cristal líquido... El pensamiento no puede formarse sino en relación con los materiales que envuelven a nuestros cuerpos y que los conectan. Pero este "sino en relación" en realidad es muy amplio... Nosotros solemos reconocer solo al lenguaje como el material apto para dar forma al pensamiento. Solo el lenguaje sería racional. Sin embargo, si esto último es así, no tenemos la más mínima posibilidad de pensar alternativamente la realidad. Y, si es cierta nuestra hipótesis inicial, no podemos transformarla. A menos que cambiar el modo en el que representamos la realidad, o sea pensarla alternativamente, signifique cambiar el modo en el que nos relacionamos con los materiales y con los cuerpos. Dejar que el pensamiento se desborde, atravesando, nuestros ejércitos simbólicos, nuestros túneles disciplinares. Ser como el artista cuando es capaz de atravesar los lenguajes y producir, de todos modos, obras con sentido. Bauticemos a este artista "actuante". El actuante ha vivido muchas gramáticas y sin embargo no ha esposado ninguna, es trans-gramatical. Para pensar la realidad de modo distinto el actuante comienza por liberar a los cuerpos del dominio de una sola gramática. Y ésta, aunque es la otra hipótesis posible, es la misma con la cual hemos comenzado.


Creative Commons License

Esta obra está bajo una
licencia de Creative Commons
.